Cara y cruz, lo bueno y lo malo, ambas caras son las que ha
mostrado el Betis en el partido jugado hoy en el Benito Villamarín. Un partido
que se ponía muy de cara en el primer tiempo y que se vio comprometido con un
inicio nefasto en la segunda mitad del partido.
El Betis llegaba con varias bajas importantes, pero ha
habido una que se ha notado en demasía: Alfred N’Diaye es insustituible y hoy
ha quedado demostrado. Junto al senegalés eran baja también hombres como
Montoya, Westermann o Kadir. Con hasta cuatro novedades llegaba el Betis al
partido de hoy: Molinero, Dani Ceballos, Joaquín y Jorge Molina.
Un partido que comenzó con el Rayo muy bien plantado,
presionando muy arriba y queriendo llevar la iniciativa del partido. El Betis
intentaba salir como podía y aunque creaba juego a través de Musonda, el Rayo
tuvo la primera gran oportunidad del partido cuando Embarba estrelló un balón
al palo que hacía ponernos en lo peor a los béticos.
Pero el Betis fue capaz de contrarrestar la presión del Rayo
consiguiendo el primer gol del partido en el minuto 14, que llegaba con un gran
centro de Molinero que Rubén Castro no dejaba escapar y cabeceaba al fondo de
la red poniendo al equipo bético por delante en el marcador.
Una alegría para la familia bética, pues el partido no
pintaba demasiado bien. Tras este gol, al Rayo se le notó nervioso y ya no
dominaba con tanta claridad como antes ni tenía ocasiones de claridad, pero sí
que tenía más posesión que el equipo verdiblanco. Un Betis que jugaba un fútbol
más práctico que vistoso y es que en el minuto 28 en un saque de esquina,
Molina ponía en bandeja el segundo gol a Rubén Castro que metía en la misma
línea de gol un tanto que ponía una buena ventaja en el marcador a favor del
equipo verdiblanco.
El Rayo se vino abajo con este segundo gol y el Betis
igualaba más el partido en cuanto a juego y posesión y además tenía las
ocasiones más claras del partido, con Joaquín fallando un disparo que podía
haber sido el tercer gol. Un tercer gol que también pudo llegar de una falta
lanzada por el propio Joaquín que paró Juan Carlos.
Estas fueron las ocasiones más claras en una primera parte
donde el Betis fue de menos a más y que conseguía una valiosa renta para irse
con buen sabor de boca al descanso.
Un descanso que sentó fatal al Betis y de maravilla al Rayo
Vallecano que actuó en consecuencia y decidió dar paso a dos cambios, uno de
ellos cambió el devenir del partido. Y es que el Rayo salía muy enchufado en el
segundo tiempo ante un Betis que se le veía demasiado relajado y se conformaba
con ver venir las ocasiones del Rayo. Y es que no tardó ni tres minutos el Rayo
en recortar distancias en el marcador tras un gran centro de Trashorras que
cabeceó Manucho, jugador que ingresó en el descanso.
Tras este gol, los béticos nos temíamos lo peor, pues todos
sabemos cómo es el Betis, capaz de lo mejor y de lo peor y no nos equivocamos, y
es que no tardó ni tres minutos más el Rayo en empatar el partido con un mismo
goleador: Manucho metía un gran gol ante un Adán que poco pudo hacer ante
semejante remate.
Se atisbaba un nuevo ridículo bético ya que el Rayo era una
apisonadora ante un Betis que no reaccionaba. Merino decidió empezar a cambiar
jugadores y dio entrada a Leandro Damiao que debutaba con la camiseta
verdiblanca y retiraba a Jorge Molina. Hombre por hombre como se suele decir.
El partido poco a poco bajó en intensidad y se volvía más
disputado, con ambos equipos intentando desnivelar el marcador en un partido
que se podría decir que volvió a empezar tras el empate del Rayo.
Llegó un nuevo cambio en el Betis que no entendí, Joaquín
fue sustituido por Cejudo, parece que Merino se contentaba con el empate y
prefería defender a atacar, pues Cejudo es un jugador de un corte más defensivo
que ofensivo. Con este cambio el partido siguió la misma tónica aunque poco a
poco el Betis conseguía crear mejor y más juego que el Rayo Vallecano que se
limitaba a defender y buscar alguna contra.
Así llegamos a los últimos minutos que fueron de claro
dominio bético y Fabián saltó al campo por Molinero, demostrando así que se
podían conseguir los tres puntos y no fue por ocasiones, pues hubo dos
clarísimas ocasiones para conseguir el tercer gol, una por parte de Leandro
Damiao y otra por parte de Dani Ceballos que estrelló un balón en el poste.
Por último, Petros intentó conseguir un penalti que fue
inexistente de todo modo, lo que llevó al árbitro a mostrarle amarilla y por
consecuencia se perderá el próximo partido. Esto fue todo en un partido en el
que se deja un sabor agridulce y dos puntos por el camino, pues el partido iba
muy bien encarrillado, pero cinco minutos de relajación nos quitaron dos puntos
que hubiesen sido muy necesarios, pues la zona baja de la clasificación está
cada vez más apretada.
Lo único bueno que saco de este partido es que al menos no
perdemos y seguimos sumando para estar un poco más cerca de la ansiada salvación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario